dijous, 15 de febrer del 2018

¿Es necesario cortar el frenillo lingual en el lactante?



¿El dolor de la madre al amamantar justifica causar una herida en el bebé?

Últimamente me llegan casos de frenillos cortos y cort-ados (obsérvese la coincidencia de las palabras), que hacen pensar en una “epidemia”, una moda más, como muchas de las que hemos podido ver en el ámbito médico los que ya llevamos muchos años de recorrido.
Madre con dolor en los pezones al amamantar, generalmente en las primeras fases del puerperio, que después de corregir postura y no mejorar se diagnostica de bebé con un frenillo corto, causante (presuntamente) de dicho dolor. Indicación: cortar el frenillo lingual del bebé y durante unos días, seguir con la tortura de evitar que se cierre, masajeando la zona y causando que el bebé reviva cada día el dolor en la herida.


Algunas mujeres mejoran al instante de su dolor de pezones, resultado que se puede atribuir al efecto placebo. La mejoría inmediata por efecto placebo de un síntoma al recibir un tratamiento es un hecho que he observado tantísimas veces, más efectivo por cuanto más evidente y aparatosa es la solución.
La mayoría de las madres en su interior sienten ese dolor producido a su hijo, pero queda justificado por que lo indica el médico, desplazando su foco de dolor en los pezones hacia el dolor infringido a su bebé y eso solo, ya explica la mejoría instantánea en algunos casos, mejoría que muchas veces no persiste en el tiempo.
 

La lengua es un órgano necesario para la succión y se encuentra en la boca, un punto central del mundo del bebé. Su momento evolutivo como humano es la “fase oral”, percibe el mundo y se relaciona con él, primordialmente por la boca.
 

Es una idea mecanicista deducir que el dolor en los pezones es debido a una dificultad en colocar bien la lengua. Hay muchos otros factores, de índole emocional que no se tienen en cuenta y que pueden ser causa de dolor: la costumbre de generaciones anteriores de alimentar con biberón y por tanto pérdida de continuidad en linaje femenino sobre este particular; el desconocimiento de dicha generación de mujeres para apoyar a sus hijas o nietas y la creencia implícita de dificultad para amamantar por dolor o poca leche; la soledad en la crianza; la desnaturalización de todo el proceso de embarazo y parto; las exigencias laborales de nuestra sociedad y un largo etc. son causas de mucho más peso en el dolor de amamantar.
 

¿Por qué la naturaleza habría creado un porcentaje tan elevado de bebes con frenillos cortos?
Esta es la primera pregunta que debería hacerse cualquier profesional antes de aconsejar con ligereza cortar el frenillo de un bebé causándole una herida en el lugar más crucial de su cuerpo en ese momento.
 

Un estudio hecho e Barcelona con más de 1000 casos concluye que un 15% tienen el frenillo corto y causan dolor en la madre. A parte de que la idea subliminal de que el dolor de la madre es “culpa” del bebé ya es un hecho preocupante si lo observamos desde la psicología, repugna también la idea de que tan alto porcentaje de niños nazcan con una malformación o defecto que dificulta su supervivencia natural.
Una revisión de la literatura médica sobre el tema ya demuestra que este es un tema polémico en el cual no hay acuerdo. Algunos estudios demuestran que la frenectomía es eficaz y otros concluyen que no. Algunas revisiones rigurosas de dicha literatura dicen que todos los estudios
revisados presentan pocas evidencias sólidas y son, por tanto, poco significativos. Otro estudio presenta dos casos de complicaciones con shock hipovolémico grave que necesitaron reanimación cardiopulmonar y transfusión de sangre después de frenectomía. Un estudio habla de la variabilidad en los resultados de la presentación y tratamiento de la anquiloglosia (frenillo corto) e indica que la complejidad de la alimentación infantil y el desarrollo de la lengua no están totalmente encapsulados en un marco etiológico simplista. Otros opinan que el frenillo lingual es un tejido elástico que va alargándose con el tiempo y por tanto no es necesaria intervención.
 

Un bebé que recibe esta agresión, que además no está justificada por ninguna necesidad vital, percibe el mundo como hostil, la madre como alguien que no le protege y una herida en el lugar que le provee la supervivencia, la boca. Por no hablar de cómo debe percibir el “masaje” que durante unos días le hace la madre en la herida, para evitar que esta se cierre.
 

Hay muchos bebes con frenillo corto que maman bien y cuyas madres no tienen dolor, como se puede observar perfectamente en los casos que me han sido relatados ¿cómo explicamos entonces que la causa del dolor es un frenillo corto o que un frenillo corto no causa dolor?
Y hay otras madres que tiene dolor y después de la frenectomía siguen teniéndolo, luego no era esta la causa.
 

El frenillo lingual es un tejido blando que tiene capacidad elástica. La elasticidad es una capacidad intrínseca en el cuerpo de un bebé. El frenillo, por tanto, puede alargarse con el crecimiento, que es notable durante los primeros meses. La práctica de los movimientos de succión, en fase de aprendizaje, propicia que todas las estructuras de la boca se adapten para conseguir una máxima eficacia, como hace siempre la naturaleza.
 

Mi propia experiencia como madre me demuestra que el dolor de los pezones al mamar es un hecho adaptativo que hay que aceptar con paciencia y que, una vez más, es un síntoma que algo nos está diciendo sobre nuestro cuerpo emocional. Dicho dolor es más intenso al principio, cuando el bebé se coge al pecho y va disminuyendo a lo largo de la toma, como también va disminuyendo a lo largo de una lactancia. Además, hay mujeres que manifiestan sus heridas emocionales de este modo y otras, en cambio, nunca perciben ese dolor pero en cambio manifiestan otros síntomas o conflictos.
Algo parecido es lo que ocurre cuando se diagnostican hongos o grietas. Existe la mala costumbre de buscar siempre fuera las causas de los síntomas, cuando muchos pezones dolorosos no muestran signos de grietas ni de hongos. Algunos afamados pediatras muy defensores de la lactancia materna pero con una estructura de pensamiento mecanicista, han contribuido a que se valore así dicha situación.
Tal vez debamos asistir y apoyar a cada madre que tenga este problema desde otro lugar. Desde la exploración o el acompañamiento de su proceso personal que desencadena casi siempre un parto, puerperio y lactancia, como bien nos explica Laura Gutman en Maternidad, el encuentro con la propia sombra. Enfocarnos en dicha sombra y no en la lengua del bebé evitará mucho dolor a hijos y padres.
Cortar el frenillo y traspasar el dolor de la madre al bebé es una manera muy inconsciente de resolver este conflicto.

Encuentro un paralelismo entre el hecho de que el bebé que nace con anestesia epidural (que evita la secreción de beta-endorfinas en la madre) siente dolor por no disponer de este recurso natural que son las endorfinas de la madre. De manera que aliviar el dolor del parto a la madre produce dolor al bebé.
Este paralelismo me hace pensar en un hilo o lazo madre-hijo donde el dolor pasa de uno a otro lado, siempre en detrimento del más débil, del que no puede quejarse, el indefenso e inocente bebé.
Lo visible, lo que es fácilmente percibido por nuestros sentidos, causa que se hayan instaurado toda una serie de procedimientos médicos y tecnológicos cada vez más deshumanizados y que dejan una huella indeleble en cada célula del cuerpo de quien los sufre; e ignora y ningunea todo este otro aspecto sutil e inconsciente. Durante toda la vida cargamos esa pesada mochila por no haber afrontado los conflictos internos cuando afloran.
 

Mientras sigamos hiriendo y agrediendo a los bebés el mundo continuará así de desquiciado y violento y lo peor es que este demonio tecnológico, frio y deshumanizado está cada vez más presente en el mundo sanitario.
El libro de Jeanice Barcelo Birth Trauma and the Dark Side of Modern Medicine, nos ilustra ampliamente sobre todas las intervenciones y prácticas que padece una persona en seguida que es concebida.
En EEUU la terrible práctica de la circuncisión de los varones al nacer y en vivo, algo que por suerte no vemos aquí sino es por motivos de religión. Además de todas las otras medidas de violencia en embarazo y parto que van sumando o encadenándose para que este proceso natural se complique hasta extremos, a veces, increíbles. Las ecografías prenatales que se han demostrado no inocuas y causantes de niños con bajo peso y otras que sería largo de explicar aquí.

En mi consulta pediátrica, cuando llega el bebé, a menudo ya ha pasado por toda esta serie de procesos violentos, dictados por protocolos de arriba, que me explican madres y padres con sentimientos de impotencia, rabia o tristeza y que recibo siempre con una sensación de corazón encogido y de indignación.

Los testimonios directos de algunas madres que han colaborado amablemente en esta revisión, dicen cosas como:
1. A las pocas horas tenía grietas inmensas que iniciaron un proceso de dolor, pus, infecciones, mastitis...A los 15 días, tras haber revisado postura mil veces, me recomiendan ir a valorar frenillo que se cortó finalmente después de otros 15 días, por bajo peso del niño. Sin embargo la mejora fue mínima. A los 3-4 meses poco a poco fue mejorando.
2. Tenía el frenillo sublingual corto. No se lo cortamos. Tuvo buena lactancia
3. Me dijeron que tenía el frenillo corto. Se lo cortamos porqué hacía muchos cólicos y no lactaba bien. Siguió y sigue lactando mal, me duele.
4. La mía no agarraba bien el pecho, el pediatra vio que tenía el frenillo corto, me derivaron para cortárselo, tenía día y hora, había hecho ya visita con cirugía. En el último momento me dio miedo y no la llevé. Otro pediatra y me dijo que no se me pasara por la cabeza cortarlo, que con la edad mejoraría, y sino el primer paso sería el logopeda. Mi hija a los dos meses se agarraba súper bien y empezamos a tener una maravillosa lactancia, y nunca ha tenido ningún problema en el habla.
5. Otra madre explica mucho dolor al mamar que a los 4 meses desapareció, más tarde se enteró de lo del frenillo, siguió mamando bien hasta los 3 años. Le hizo frenectomía a los 6 años por causes dentales.
6. A los 3 días contactamos con unas comadronas y vinieron a casa para darle un vistazo, el niño tenía un frenillo tipo 3 que le impedía sacar la lengua y succionar bien, nos aconsejaron cortarlo si queríamos seguir con la lactancia. Pedimos hora con el pediatra (con 5 días de vida) nos confirma el diagnóstico y se lo cortó en 5 minutos. El procedimiento que hicieron con él fue darle una solución con mucho azúcar que nos dijeron que los dejaba un poco "atontados", se lo llevaron y lo devolvieron con el frenillo cortado, me costó unas 5 o 6 horas que se quisiera volver a enganchar al pecho. Al día siguiente ya mamaba con normalidad y vaciaba bien el pecho. Lo peor fueron los 15 días posteriores que se le tenían que hacer los ejercicios para que cicatrizara bien.
7. Al nacer, la primera revisión de la pediatra en la clínica dijo que tenía que cortar un poco el frenillo, cuando acabó las visitas vino a buscarla se la llevó de la habitación.
8. A mi primer hijo le costó mucho engancharse al pecho al nacer. Yo tenía los pezones muy planos y tampoco sabía mucho cómo ponerlo. Era pequeñito (2,770kg al nacer) y tenía más ganas de dormir que de mamar. Cuando se ponía, no se salía. La primera noche lloró muchísimo! Yo estaba muy estresada de que no mamara, así que cuando a la mañana siguiente el pediatra nos dijeron que tenía el frenillo corto) y que le tendrían que cortar para que pudiera mamar, accedí. No tenía ninguna información sobre el tema y estaba muy angustiada. Me dejé llevar. Se lo llevaron un momento (con mi marido) y fueron unos instantes muy angustiosos sola, esperando que volviera. Ciertamente, la lactancia mejoró al cortarle. Pero lo que realmente lo mejoró fue que yo fui cogiendo destreza y que una comadrona me sugirió pasarme hielo por los pezones para hacerlos salir más. Tengo que decir que siempre mamó poniendo la boca de una manera un poco extraña, pero la lactancia (22 meses) fue un éxito y sin ningún problema.
9. Justo después de parir me lo puse al pecho y me hacía un daño horroroso. Sabía que algo pasaba, pero en el primer momento ni comadrona, ni enfermeras ni pediatras nos supieron decir que. En cuestión de horas tenía grietas y el bebé se pasaba el día al pecho y muy nervioso. No mejorábamos con posturas diferentes, perdía el vacío al mamar y hacía "chasquidos”. No perdió peso porqué se pasaba el día en el pecho e iba sacando aunque para él era mucho esfuerzo, pero cogía muy poco peso. Una amiga asesora de lactancia nos vio el frenillo tipo 4, me recomendó pezoneras y nos facilitó un sacaleches para suplementar con mi leche. A partir de ahí todo fue bien con el peso, la pezonera le facilitaba el trabajo al pequeño y me evitaba las heridas a mí. Mi amiga me dijo que ella no veía necesitado intervenir, que lo haríamos sufrir y después tocaría hacer ejercicios y que había posibilidad de que al cicatrizar, quedara la lengua enganchada igualmente. Le pregunté en que le afectaba tener un frenillo sin operar y me dijo que quizás le costaba decir alguna consonante, cosa que se podía trabajar con logopedia. Nos pareció peor el remedio que la enfermedad y decidimos no hacer nada. Cuando la boca le creció (a los tres meses) él solo dejó las pezoneras, ya no las necesitaba, y nunca me volvió a hacer daño. Tiene dos años y seguimos con una lactancia muy feliz
10. Creemos que mis dos hijos tienen el frenillo tipo 4. Cuando al nacer lo pregunté a todos los médicos que pasaban por la habitación ninguno me lo supo decir. A los días preguntamos a un grupo de mamas y asesoras de lactancia y me dijeron que seguro tenían tipo 4, cuando empezaron a imitarnos les hacíamos enseñar la lengua y moverla de mil maneras y la lactancia mejoró mucho y aquí seguimos casi 3 años de lactancia para la niña y seguimos, 3 años y medio con niño y haciendo tándem durante 8 meses.
11. una de las decisiones que no tengo excusa cuando se lo hice... diferentes circunstancias del preparto, parto y postparto hicieron que mi inseguridad creciera... él no lo necesitaba y se lo corté
12. A mi hija se lo detectó la matrona del parto en casa (ni pediatras ni nadie más), pero me dijo que hacía muy buena succión .... y se acabó
13. En la clínica donde nació ya nos dijeron que tenía el frenillo corto. Fuimos a un grupo de lactancia y la comadrona nos dijo que sí que era un caso claro de frenillo, y que si fuera su hija no dudaría al intervenirlo. A mí me hacía daño al mamar, me había salido algún granito rojo y me empezaban a hacer se grietas. Me recomendaron el Dr.X que por ser un tema de lactancia con dolor me atendió el mismo día. También coincidió en que había que hacerlo sin lugar a dudas. La bebé tenía 6 días. No me lo llegaron a decir, pero diría que era un tipo 2. Después hicimos el "masaje durante dos semanas para que no cicatrizara el corte. La verdad es que al principio era muy duro... La lactancia mejoró mucho, ya no dolía tanto, a pesar de que hemos estado con problemas de agarre y mastitis hasta el mes y medio. Ella podía accionar mejor y se notaba porque había tardes de 10 o más tomas seguidas, cosa que al principio solo hacía 3 o 4.
14. Mi hija de 4 años nació con un frenillo tipo 3/4 bastante heavy. Tuve una lactancia DURÍSIMA Y MUY DOLOROSA las primeras 6 semanas, hasta que decidimos cortarlo. Estuvimos acompañados por una asesora de lactancia desde el primer día y aun así era imposible conseguir un buen agarre. Tenía un pezón en sangre viva, que con las semanas llegó a “desintegrarse” y quedó plano, (hoy día es deforme por culpa de la cicatriz de entonces). A pesar de todo aguanté y a las 6 semanas una doctora conocida de la asesora accedió a cortarlo. A partir de la semana después del corte todo empezó a mejorar. Las heridas empezaron a curar y tuvimos una lactancia muy feliz de 2 años y medio.
15. Mis dos hijos (2.5 y 1 año de edad) tienen el frenillo sublingual corto, yo mismo se lo detecté a ambos nada más nacer, le pedimos opinión al pediatra y nos derivó al cirujano pediátrico para valorar el tipo de frenillo y tratamiento. No les ocasiona dificultad para nada, ninguno de mis hijos ha tenido problemas con la lactancia (han lactado divinamente) ni de otro tipo. El cirujano recomendó cortarlo cuanto antes para que se acostumbren a pronunciar la "r" bien desde el principio sin "vicios", todo ello a partir del año para que toleren bien la anestesia que es mediante mascarilla.
Pedimos opinión a un segundo cirujano ya que no nos gustaba la idea de cortar el frenillo y nos dijo lo mismo pero a partir de los dos años por temas de tolerancia de anestesia.
Siempre hemos descartado la opción de cortar el frenillo, ni siquiera le hemos hecho los pendientes a la niña.
16. Mi hijo tiene 20 años, tiene el frenillo corto, mamó bien y no se lo cortaron.
17. Hola! Soy mamá de una niña de 7 años y un niño de 3. Y matrona.
Con mi hija pasé 4 meses de dolor insufrible al amamantar, grietas y mastitis, ingurgitaciones, lloros cuando daba el pecho. No podía ni ducharme porque el roce del agua me dolía.
Yo en aquel entonces no estaba tan formada como ahora en lactancia. Descubrí que la lengua de mi hija tenía una forma de corazón cuando intentaba sacarla pero mi pediatra y la enfermera no le dieron importancia, el pecho debía adaptarse.
Fue en un curso que descubrí que lo que se explicaba acerca del frenillo lingual corto era exactamente nuestro caso; pero mi hija ya tenía 3-4 años. Al cuarto mes de dar el pecho el dolor desapareció y ella continuó mamando hasta los casi 3 años. Debíamos esperar por si
había problemas con el habla/pronunciación o con la mandíbula. Al cumplir los 6 años la llevé a varios profesionales. Tenía un frenillo tipo 2, bastante elástico al parecer, pero el paladar se había deformado (paladar ojival), la posición de la lengua al tragar y pronunciar no era la correcta y sus incisivos corrían el mismo riesgo de mal posicionarse.
A los meses, hicimos una frenectomía con láser. Para nada traumática que cicatrizaría a las 24 horas y siguiendo los ejercicios para evitar adherencias. La pronunciación de la "dr' ahora es correcta y hay que esperar al desarrollo mandibular. Con mi segundo hijo lo primero que pedí fue que le valoraran el frenillo sublingual. No estaba dispuesta a sufrir de nuevo dando el pecho. Por suerte, su lactancia fue sobre ruedas y no tenía anquiloglosia.

Podemos observar y deducir por todos estos testimonios y los que he ido escuchando en la consulta, que la gran mayoría no mejoraron al cortar el frenillo; los que lo hicieron no parece ser atribuible solamente a la frenectomía; que muchas madres se arrepienten o lo han pasado mal con esta intervención quirúrgica; que muchos diagnosticados de frenillo corto no fueron intervenidos y, o bien mamaban correctamente, o bien fueron mejorando con el tiempo; incluso una que dice que mejoró el dolor, seguía con problemas de agarre y mastitis post frenectomía. Por suerte la intuición de muchas madres las lleva a tomar la decisión adecuada de no cortar el frenillo.

Y aunque no es el objeto de este articulo aprovecho para comentar la preocupación que se está generando desde los profesionales de la salud respecto al frenillo, ya sea por problemas de pronunciación o dentales, siguiendo con ello la mala costumbre de sentenciar y predecir los problemas antes de que se generen, lo cual crea inquietud en los padres, someten al niño a controles y crean, por fin, la condición patológica en la que se han enfocado.

De forma preocupante, grupos de lactancia y de parto respetado, además de pediatras pro lactancia, están adoptando, sin más cuestionamiento, esta creencia de que el frenillo corto es la causa del dolor al amamantar y derivan el “problema” al médico que hará la intervención. Además y para dar una pátina de rigurosidad científica dicha anomalía se ha clasificado en tipos, del 1 al 4.
Los especialistas en frenectomía –que curiosamente siempre son los mismos y pocos- les dan una solución quirúrgica, según ellos definitiva, aunque los relatos posteriores de las madres desmienten la efectividad pretendida de dicha solución, en un buen número de casos.

Por tanto, los que sí mejoran, lo hacen seguramente por efecto placebo como apuntábamos o por esta dinámica de traspaso del dolor de madre a hijo. Y los que no mejoran, que son muchos, han pasado por dicha experiencia dolorosa e innecesaria que puede dejar un trauma importante en el inconsciente del bebé, del cual desconocemos las consecuencias, aunque las podemos imaginar o inferir: sentimiento de des protección (los padres están presentes y lo permiten); dolor gratuito; sensación de ser agredido o violentado en una zona crucial en esta etapa de su vida; no reconocer su dolor (“no les duele” dice el medico que corta el frenillo mientras el bebé está gritando desconsoladamente y es fuertemente reducido, véase video en el enlace del final) y todo eso queda en una bolsa negra en su interior que le genera desconfianza en el mundo y en sus protectores, como poco.

Muchas madres se sentirán aludidas por esta reflexión. Lo que quiero decirles es que lo hecho hecho está y no sirve de nada culparse, todos aprendemos de experiencias dolorosas y todo se puede sanar, pero eso no quita que se pueda prevenir cada vez más este tipo de procedimientos dolorosos y que pensemos cada vez más en cómo lo vive el bebé, y en qué debe sentir ante tanta falta de respeto a su ser.

Mi compromiso para con los niños me impide callar cuando voy dándome cuenta de hechos como este, intento ser su voz para que sean tenidos en cuenta y que el mundo despierte ante estas agendas deshumanizadoras que, sea con cualquiera de todos estos procedimientos, u otros como las vacunas, pretenden bloquear el gran potencial del ser humano des de su infancia.

 

Bibliografía


https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29380619

La prevalencia de anquiloglosia en 302 neonatos con problemas de lactancia materna y dificultades de succión en Barcelona: un estudio descriptivo. Ferrés-Amat E 1 , Pastor-Vera T 2 , Rodriguez-Alessi P 3 , Ferrés-Amat E 4 , Mareque-Bueno J 5 , Ferrés-Padró E 6 .


https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25238577

Prevalencia de dificultades de lactancia en recién nacidos con frenillo lingual: una serie prospectiva de cohortes. Haham A 1 , Marom R , Mangel L , Botzer E , Dollberg S .

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28802376

Int J Pediatr Otorhinolaryngol. 2017 Set; 100: 223-224. doi: 10.1016 / j.ijporl.2017.07.013. Epub 2017 14 de julio Shock hipovolémico después de la frenucleitis labial y lingual: un informe de dos casos. Tracy LF 1 , Gomez G 2 , Overton LJ 3 , McClain WG 2

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28787179

Un aumento dramático de los artículos relacionados con la banda de la lengua (frenillo): revisión sistemática de 67 años. Bin-Nun A1, Kasirer YM1, Mimouni FB1,2. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28715533 Diagnóstico y tratamiento de la anquiloglosia en recién nacidos y bebés: una revisión. Walsh J 1 , Tunkel D 1 .

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/28284020

Frenotomia per a la frenillo de la lengua en lactantes. O'Shea JE 1 , Foster JP 2, 3, 4 , O'Donnell CP 5 , Breathnach D 6 , Jacobs SE 7, 8, 9 , Todd DA 10 , Davis PG 8 .

Video: http://www.elfrenillolingual.com/frenillo-lingual-tipo-4/

2 comentaris:

  1. Me alegra mucho tu articulo, estoy cansada de repetir lo mismo.Llevo 25 años asistiendo partos en casa y asesorando en lactancia y tengo a todos los grupos de lactancia en contra , cada vez me encuentro mas problemas como tu.
    Voy a recoger todos los caso que me encuentre creo que es la única manera.
    muchas gracias
    Teresa Gomez

    ResponElimina
  2. Muchas gracias por tus palabras (Luis o Teresa?)Es un tema difícil por lo que veo y ya sospechaba, ya he recibido mi dosis de críticas pero por suerte hay mas comentarios de acuerdo. Varias personas manifiestan lo mismo, quien se atreve a disentir de dicha "moda" no se atreve a hablar.

    ResponElimina